Hitchens o por qué las mujeres no son chistosas

Uno de los artículos más polémicos de Christopher Hitchens (1949-2011) por su aparente tinte machista –basta leer el artículo para darse cuenta de todo lo contrario- se tituló “Why Women Aren’t Funny”, publicado en la revista Vanity Fair, en enero de 2007. El libro Arguably de 2011 recoge esta colaboración. 

Este artículo-divertimento, no pretende ser un análisis profundo del origen o las causas sentido del humor, pero abre la posibilidad de discutir las razones por las que el ser humano, y el hombre en particular, recurre al humor para hacer su vida más llevadera, y de cómo las mujeres parecieran estar ajenas a este artificio. Cabe destacar que este artículo fue escrito hace casi 20 años; las interacciones y percepciones de los roles y comportamientos de cada sexo – sobre todo después de la cuarentena del COVID en 2020- han cambiado mucho –si no es que radicalmente. Pero algunos de los argumentos que, como buen polemista, Hitchens plantea, sin necesidad que sean verdades absolutas, son interesantes: comenzando por el hecho de que, si calificamos lo gracioso como contingente, ninguna afirmación que podamos hacer será consistentemente verdadera. Pero hagamos ese salto de fe, y revisemos algunos de sus planteamientos. 

Por ejemplo, el artítuco plantea que la tarea principal del hombre como género, es la de impresionar al sexo opuesto, mientras que las mujeres no necesitan hacer eso: su sola existencia ya le es atractiva a los hombres. Y el hombre promedio solo tiene una manera de lograrlo: hacerlas reír, y con eso abrir la puerta para profundizar en la interacción con ellas, con el fin último de seducirlas. Tal vez la única arma disponible en el mundo moderno para impresionar al sexo opuesto sea el sentido del humor. Ya no podemos batirnos en duelo de manera legal con otro hombre, ni hacer un despliegue de fuerza bruta sin ponernos en riesgo. Hacer uso del sentido del humor puede ser un artilugio del cual podemos hacer uso para lograr nuestro objetivo, al menos inicial, de llamar su atención. 

Las mujeres, en cambio, no necesitan ser graciosas para atraer a los hombres, entonces el hecho de que sean graciosas no afecta que tan atractivas sean a los hombres, por lo que las variables son independientes. 

Otro argumento que usa Hitchens es que el sentido del humor prefiere tonos agresivos,  lascivos y a costa de alguien más, características de la personalidad del constructo actual de ser hombre. Una mujer, al ser más comprensivas y compasivas, si quieren ser graciosas, no dejan de ser un poco “hefty” (machorra), “dykey” (lesbiana), o judía, por la tendencia natural de los comediantes judíos a la auto derogación. 

Este argumento, de unos años para acá, ha quedado fuera de lugar con el auge de las mujeres en el stand-up, y la búsqueda de un sentido del humor propio, que no necesariamente caiga en esos estereotipos, pero difícilmente se apartan de la auto derogación, aunque cada vez con temas más femeninos, como el cuidado de los hijos y de los enfermos, dando la oportunidad de asomarnos a un mundo que solamente se quedaba en el pensamiento femenino, y pocas veces llegaba a las palabras, ya sea por temor al escarnio y a la culpa. 

Finalmente, Hitchens reconoce que la inalienable facultad de las mujeres de procrear les da una autoridad incuestionable sobre la naturaleza. Mucho del fundamento del humor está basado en la burla a la autoridad. Conceder esta superioridad hace difícil que las mujeres participen de esa burla, pues es incómodo hacer chistes del jefe cuando está sentado en la misma mesa. 

Este argumento puede explicar la reacción primitiva del género masculino por aislar a las mujeres de su convivencia con otros hombres. Imaginemos una reunión de hombres casados, y uno de ellos contando una anécdota incómoda para la pareja. La gracia y el humor se perderían si la pareja en cuestión estuviera ahí mismo. El mecanismo de aceptación y asimilación de contar la anécdota con humor y exageración se vería neutralizada al estar la pareja –femenina- presente. 

El artículo es un poco más extenso, y propone otros argumentos medianamente sensatos, dignos de una discusión un poco más larga, sobre la factibilidad del humor en las mujeres. Sin embargo, Hitchens declara que su argumento no necesariamente infiere que no puede haber comediantes mujeres decentes, pero como mencioné arriba, no pueden dejar de tener algún tono masculino en su desempeño como humoristas. Conforme se avanza en la edad, y las dificultades de la vejez tienden a asemejarse tanto en hombres como mujeres, las mujeres, menciona Hitchens “tienen a ser más graciosas a manera que van envejeciendo”. 

Qué contradicción y tragedia tiene no poder contar con el humor y la juventud al mismo, tiempo, pero bueno, ¿acaso eso no es la base de que el humor exista? 

Fuente: Why Women Aren’t Funny: What makes the female so much deadlier than the male? With assists from Fran Lebowitz, Nora Ephron, and a recent Stanford-medical-school study, the author investigates the reasons for the humor gap, by Christopher Hitchens January 1, 2007

https://www.vanityfair.com/culture/2007/01/hitchens200701?srsltid=AfmBOoqGbTCho7EhgHFHQe95fCIQerR68U6OTijGx9PcaYOtd9hRjjvw

Deja un comentario

Espacio de reflexión en ciernes

Una oportunidad de compartir los textos desarrollados en la carrera de filosofía… ¡Bienvenida la conversación y la crítica!

Apuntes sobre mis descubrimientos en el mundo de la filosofía y de lo que ya existe en mi cabeza.